Hoy vamos a hablar de la reunificación de deudas, una opción a la que se acogen cada vez más personas que no son capaces de cuadrar sus cuentas mensuales. Esta opción, sin embargo, implica unos gastos extra y una desventajas que la colocan como última opción para quienes ya no son capaces de llegar a fin de mes y han descuadrado su tabla de gastos e ingresos.
La reunificación de deudas es relativamente sencilla, las compañías que se dedican a la reunificación agrupan en un único préstamo todas las deudas anteriores y ofrecen una cuota más baja, que posibilite el pago por parte de los afectados. A cambio, se prolonga el plazo de amortización, a veces incluso duplicando dicho periodo.
Para la reunificación de créditos, las agencias o compañías financieras optan por unificar créditos de consumo y reunirlos como créditos hipotecarios, esto implica que para la reunificación de deudas necesitamos una vivienda en propiedad y que el total de las deudas no supere el valor de la vivienda (o un porcentaje del mismo, en torno al 75%).
Si vamos a optar por esta opción, es necesario leer la letra pequeña y evitar los intereses crecientes que nos pueden poner, al cabo de unos años, en la misma situación en la que estábamos, o incluso peor. De todas formas, la reunificación de deudas debería ser el último recurso, una opción sólo para aquellos casos en las que los gastos hayan superado los ingresos y no se vislumbre un cambio de dinámica a corto plazo.
La reunificación de deudas, aunque minimice la cuota mensual y, en el mejor de los casos, permita un pago sostenible en el tiempo, incrementará notablemente la cantidad total a pagar, entre ampliación de plazos de amortización y comisiones bancarias o financieras.